“Necesitamos prescindir de nuestros esquemas previos para acercarnos al otro”
Cuando has pasado más de 40 años dedicado a ayudar a personas en riesgo de exclusión, desde luego tienes muchas cosas que contar. Jesús Valverde afirma que todo lo que ha vivido no le cabe en los libros que tiene publicados sobre su trabajo -“Ni en una enciclopedia cabría”, señala-, pero sí es cierto que, a través de su obra, nos ofrece una completa visión de lo que constituye esta labor de ayuda a personas que viven en un estado de marginalidad.
Su último libro “La relación de ayuda en exclusión social” (Ed. Popular. 2018) ofrece, a pesar de su carácter científico, un enfoque personal, casi intimista, de su manera de mirar a las personas que sufren la exclusión, de la forma de acercarse a ellas, de tratar de comprender. Hablamos con Valverde sobre este libro, que es casi lo mismo que hablar sobre una vida dedicada a la ayuda a los demás.
EP: ¿Con qué objetivo quisiste relatar tu labor en la relación de ayuda a
personas en situación desfavorecida? ¿Y por qué de un modo tan personal?
JV: Con varios objetivos. En primer lugar, yo siempre he escrito de la misma manera: me sumergía en mi trabajo, sobre todo en la relación de ayuda, en la droga, en las cárceles, en los poblados de niños trabajadores, las comunidades campesinas, etc., y llegaba un momento en que necesitaba detenerme a reflexionar sobre lo que estaba viviendo. De esas reflexiones, salieron mis libros, tanto mis teorías como la configuración de la relación de ayuda que de ella se deriva.
Y hacerlo de una manera personal es simplemente porque desde el principio decidí no “ver los toros desde la barrera”, sino vivir de lleno y a fondo mi trabajo. Sin duda ha merecido la pena. Es verdad que el nivel de sufrimiento ante los inevitables fracasos es mucho mayor, pero también lo es que he asistido a maravillosas “resurrecciones”, a luchas titánicas por salir de la exclusión.
EP: ¿Qué es lo más relevante que consideras que debía reflejar tu libro?
JV: Sin duda la necesidad de acercarse al paciente, de estudiar las vidas donde son vividas. Con demasiada frecuencia el investigador y el terapeuta tratan a la persona a la que pretenden estudiar o ayudar trayéndolo hasta ellos, en lugar de ir hasta él, su vida y su mundo. Por el contrario, yo planteo la necesidad de prescindir de nuestros esquemas previos para poder estar en condiciones de acercarnos al otro desde él mismo
EP: ¿Se puede considerar una guía?
JV: De ninguna manera; no puede haber guías. Puede ser una orientación de cómo acercarse al otro, pero cada educador y cada terapeuta debe abordar el problema desde él mismo, mi objetivo ha sido ayudarles en su toma de postura, en su trabajo.
EP: En el largo periodo en el que has trabajado con personas en riesgo de exclusión, ¿qué cambios consideras que se han producido que mejoran las relaciones de ayuda?
JV: Pocos, la verdad, tal vez ha aumentado la formación de los profesionales, pero sigue siendo una formación aséptica y descomprometida. Lo que sí han aumentado y para bien, son las asociaciones dedicadas a echar una mano a personas con problemas.
EP: ¿Qué sentimiento te llevas de todos estos años que has ejercido tu labor de ayuda?
JV: Muchos, y muy importantes. Estoy convencido de que acerté plenamente cuando decido involucrarme en profundidad. Cierto que he sufrido con cada fracaso o cada muerte, pero he disfrutado viendo salir adelante a personas que se sabían desahuciadas, incluso por ellas mismas. La ternura y la solidaridad han sido los principales sentimientos que me ha dado mi trabajo.
EP: ¿Qué casos -con resultado positivo o negativo- le han marcado más en su
vida profesional?
JV: Todas y cada una de las personas que han pasado por mi vida, cada uno de mis chavales me han dejado su huella
EP: Uno de tus alumnos recuerda tu frase de cabecera: “Todo cambia cuando ponemos nombre y apellidos a la Inadaptación Social”. ¿Cree que a la sociedad le falta ese “clic” para tomar conciencia verdaderamente de la situación por la que atraviesan muchas personas?
JV: Vivimos en un mundo de soledades, por eso muchas veces no se ve al dolor de los demás. Falta sensibilidad, estar abiertos a las personas que nos rodean, pensar que mis pacientes son personas, no sujetos, con sueños, alegrías y penas, y no solo con drogas y cárceles.
EP: Has afirmado que este es tu último libro de estas características, ¿por qué y qué será lo siguiente entonces?
JV: Hay cosas que no se pueden explicar en un libro que pretender ser científico. Por eso me inicié en la novela con mi primer libro, que fue “La burbuja vacía. Una historia de soledades y reencuentros”, porque la novela permite profundizar mucho más, adentrándome en el mundo de los sentimientos; y es que sentimientos es lo que ha predominado sin duda en mi vida profesional, precisamente por romper la distancia e ir hasta ellos, en lugar de traerlos hasta mí. Por eso mi próximo libro, ya muy avanzado, será mi segunda novela, continuación de la primera y que también será una dramatización de mis experiencias.
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