La influencia del Cambio Climático en los últimos fenómenos meteorológicos: un breve análisis.

El cambio climático

El cambio climático es una de las mayores preocupaciones globales del siglo XXI, afectando cada vez más los sistemas meteorológicos del planeta y dando lugar a fenómenos extremos que, años atrás, se consideraban inusuales. Desde huracanes devastadores y olas de calor intensas hasta incendios forestales y sequías prolongadas, la actividad humana está transformando las pautas naturales del clima. El último, la Dana acaecida en la zona del Mediterráneo hace tan solo unos días.
La relación entre el cambio climático y la intensidad, frecuencia y duración de los fenómenos meteorológicos recientes, así como las implicaciones de estos cambios para las sociedades actuales y futuras, es un tema recurrente en conversaciones, planes de trabajo, mesas redondas, planificaciones institucionales… sin embargo no parece que se aborde de una manera seria y consciente.

Cambios en los Patrones Meteorológicos

Las temperaturas globales han aumentado en más de 1 °C desde la era preindustrial debido a la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Este incremento de temperatura tiene un impacto significativo en los sistemas meteorológicos, alterando patrones de viento, precipitaciones y otros procesos atmosféricos esenciales. En particular, estos cambios contribuyen a aumentar los Fenómenos extremos más intensos (temperaturas elevadas que provocan que fenómenos como las olas de calor sean más intensos, prolongados y frecuentes: en 2023, las olas de calor en Europa, Estados Unidos y China rompieron récords históricos, afectando la salud pública, la infraestructura y la agricultura); Alteración en los ciclos de precipitación, como las Danas; Huracanes y Ciclones más intensos; Sequías prolongadas e Incendios forestales…
La Organización Meteorológica Mundial ha destacado que los últimos ocho años han sido los más cálidos jamás registrados, y 2023, en particular, alcanzó temperaturas sin precedentes. Las olas de calor, un fenómeno de alta temperatura en un periodo corto, son más probables y más severas debido, sin ninguna duda, al cambio climático. Por ejemplo, en 2021, América del Norte experimentó una «cúpula de calor» que llevó a temperaturas de hasta 49,6 °C en Canadá, un nivel nunca antes registrado en la región.

Estos eventos extremos afectan a millones de personas, poniendo en riesgo la vida humana, especialmente de poblaciones vulnerables, y causando enormes pérdidas económicas. La agricultura, por ejemplo, se ve muy afectada por las olas de calor, ya que muchas cosechas no son capaces de soportar temperaturas elevadas. Asimismo, la infraestructura urbana, diseñada para soportar temperaturas menos extremas, también se enfrenta a desafíos considerables.

Los océanos más cálidos tienen un papel crucial en la intensificación de los huracanes y ciclones. Las aguas cálidas alimentan estos sistemas de tormentas, aumentando su energía y velocidad, y haciendo que sean más destructivos. La temporada de huracanes en el Atlántico, que tradicionalmente va de junio a noviembre, ha mostrado un aumento en la frecuencia de huracanes de categoría 4 y 5.

Un claro ejemplo de esta intensificación fue el huracán Dorian en 2019, que devastó las Bahamas con vientos de hasta 295 km/h, causando daños catastróficos y dejando a miles de personas sin hogar. Además, estos eventos están aumentando en duración y en su capacidad de dejar inundaciones prolongadas en tierra firme debido a las lluvias torrenciales que los acompañan.

Pero, el cambio climático no solo afecta los fenómenos de precipitación intensa, sino también la persistencia de sequías en regiones específicas. Estas sequías prolongadas se han convertido en un catalizador para incendios forestales, que han alcanzado proporciones alarmantes en países como Australia, Estados Unidos, Grecia y Brasil. En 2020, los incendios forestales en Australia quemaron alrededor de 18 millones de hectáreas, afectando la biodiversidad de forma devastadora.

La combinación de calor extremo, baja humedad y falta de precipitación crea las condiciones perfectas para que los incendios forestales se propaguen. Además, el humo y las partículas liberadas en estos incendios afectan la calidad del aire a nivel local y regional, generando impactos en la salud pública y contribuyendo a la crisis climática al liberar más CO₂ en la atmósfera.

Es de gran importancia el enorme e irreversible impacto del cambio climático en los Ecosistemas, la Biodiversidad y la vida humana.

El cambio climático y los fenómenos meteorológicos extremos están ejerciendo una enorme presión sobre los ecosistemas y la biodiversidad. Los ecosistemas, tanto terrestres como acuáticos, están experimentando cambios en los patrones de precipitación, temperaturas y disponibilidad de recursos hídricos. Esto afecta a numerosas especies animales y vegetales que dependen de condiciones climáticas estables para su supervivencia, provocando migraciones y pérdida de hábitats; blanqueamiento de los arrecifes de coral, afectando a millones de especies que dependen de estos para sobrevivir y amenaza la industria pesquera, crucial para la seguridad alimentaria de muchas comunidades costeras; aceleración de la tasa de extinción de especies —los cambios en la disponibilidad de alimentos y el acceso al agua, así como las condiciones climáticas inestables, están dejando a muchas especies sin tiempo para adaptarse.

Fuente: IPCC.

Pero el impacto de los fenómenos meteorológicos extremos no se limita al medioambiente, el impacto para los seres humanos es brutal. Las consecuencias socioeconómicas son devastadoras, con efectos que afectan a la salud pública, la economía, la agricultura y la infraestructura urbana, todas estas consecuencias que los políticos y legisladores aún no alcanzan a comprender.

Así, la mitigación y adaptación al cambio climático son urgentes para reducir los efectos de estos fenómenos extremos: la Reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (las energías renovables, la eficiencia energética y la reforestación son clave para reducir la concentración de gases en la atmósfera); Infraestructuras adaptadas a fenómenos extremos, como sistemas de drenaje urbano para evitar inundaciones y edificios preparados para soportar temperaturas altas; Alertas tempranas y educación, como lamentablemente hemos comprobado en la última semana, los sistemas de alerta temprana y la educación pública pueden ayudar a salvar vidas durante eventos extremos, así, invertir en tecnologías de predicción y en campañas de sensibilización para la población es esencial para una respuesta eficaz.

En conclusión, el cambio climático está reconfigurando la frecuencia e intensidad de los fenómenos meteorológicos, afectando la vida en todo el planeta. La evidencia es clara: sin una acción rápida y global, estos eventos extremos se volverán aún más frecuentes y peligrosos. La adaptación es clave, pero la prioridad debe ser mitigar las causas que originan el cambio climático. La cooperación global y las políticas sostenibles son fundamentales para proteger nuestro planeta y garantizar un futuro habitable para las próximas generaciones.

La historia de los fenómenos meteorológicos en el contexto del cambio climático es una advertencia de la naturaleza sobre la urgencia de actuar.

Las políticas medioambientales actuales de los países del mundo han resultado ineficaces para frenar el avance del cambio climático. A la vista está. La falta de objetivos concretos, las dificultades para implementar acuerdos y la insuficiente reducción de emisiones demuestran que las acciones hasta la fecha no están a la altura de la urgencia climática. Sin medidas más ambiciosas y colaborativas, los efectos seguirán empeorando.